Para empezar a escribir este blog, quise interiorizarme respecto al tema que iba a tocar. Entré a internet, fuente de comunicación masiva por excelencia, y en el casi universal buscador de google empecé a escribir Carm…y, para mi sorpresa, la primera coincidencia era, en efecto, Carmiña Masi.
¿Por qué el argumento previo a mi opinión? Porque la primera coincidencia que uno tiene en google es aquélla palabra, persona, cosa o situación que más ha sido “visitada” cibernéticamente en las últimas 24 horas. Si ni siquiera me hizo falta terminar de escribir la palabra Carmiña, dejo a criterio del lector cuánta publicidad ha recibido por sus declaraciones para nada elocuentes esta blonda (o morocha arrepentida, quién sabe) locutora.
Analizando lo ocurrido en la red social de moda, con un grupo de personas que por la situación en que nos encontrábamos se supone son personas “pensantes” y “preparadas” intelectualmente, entramos en debate respecto a si las declaraciones en cuestión podrían ocasionar algún problema legal a la autodenominada periodista, y resulta que quien presidía el debate nos había explicado claramente que Carmiña no había infringido ningún tipo de legislación con sus tontas declaraciones.
¡Pero por supuesto que no había infringido ninguna ley! La muchacha lo ÚNICO que hizo fue emitir públicamente su opinión, una opinión tonta, pero su opinión al fin.
Resulta que, embriagados de un falso patriotismo, vendido a un precio altísimo por parte de empresas que buscan lucrarse con 200 años de historia en la cual en absoluto han aportado beneficio alguno, la mayor parte de los paraguayos y paraguayas salió a despotricar en contra de la Masi.
Ma ´ërä?
¿Por qué hay que darle tanta publicidad a una persona que evidentemente no tiene ningún sentido de la coherencia, que se burla de nosotros de una forma ignorante, retrógrada y denotando su total falta de cultura? ¿Por qué se le da tanto espacio o tanta importancia hasta el punto de crearle una fama que probablemente en el futuro le sirva hasta para hacerla personaje ilustre de la publicidad de alguna empresa que le encuentre la buena utilidad a su falta de neuronas?
Y si no comprenden a lo que me refiero, ahí está la otra siliconada hasta el cerebro, que se había vuelto famosa por decir la barbarie mundial de que Paraguay tiene 6.000 habitantes. Aunque, pensándolo bien, ni tan descerebrada la chica que, visto que se terminaban sus 15 minutos de fama al terminarse su reinado de “Novia del Mundial”, buscó otra manera de llamar la atención (su cuerpo ya no sorprendía a nadie. No había lugar alguno de su anatomía que no se conociera ya.)
Entonces, citando a la ya la tan prostituida historia de 200 años, habrá que ir viendo otras formas de recibir el tricentenario, lo que nos venden y lo que compramos tiene mucho más tinte huecamente publicitario que patriótico.
¿Hace falta tanta publicidad a cosas tan triviales?
Es, como siempre, mi no tan humilde opinión.